Guía fisioterapéutica

Los pacientes con pectus tienen una postura deficiente que, además de dificultar la movilidad de la caja torácica, aumenta la deformidad estética. Con técnicas adecuadas de fisioterapia se puede mejorar la postura con la consiguiente mejora de la movilidad y función respiratoria.

La técnica Schroth (escuela de Barcelona) es una técnica de tratamiento específico para escoliosis que tiene una aplicación en alteraciones posturales.

En diferentes posiciones de partida, sedestación, bipedestación y decúbito, se va alcanzando una tensión isométrica progresiva de la musculatura del tronco, hasta alcanzar una corrección máxima.

En el caso del pectus se trata de alcanzar esta corrección tanto en el plano sagital como en el plano frontal a la vez que favorecer la expansión en la zona anterior del tórax.

Con ayuda del terapeuta, el paciente aprende a hacer tensiones selectivas en zonas del tórax para aumentar la expansión en las zonas hundidas. Esto junto a una autoelongación del tronco aumenta la movilidad de la caja torácica y disminuye el colapso de la zona. La relajación del diafragma y la terapia manual dirigida a mejorar la movilidad de la caja torácica aumentan la efectividad del ejercicio y mejora de la expansión.

Estos son ejercicios activos por parte del paciente y dirigidos por el fisioterapeuta,  que estimula la corrección con órdenes y correcciones pasivas en el tronco. Además, es interesante la utilización de espejos para valorar la postura y como estímulo respecto a la expansión del tórax.

Un fisioterapeuta entrenado en técnicas posturales es capaz de guiar y enseñar al paciente a mejorar su postura y a mantenerla. Las técnicas posturales no son de fácil ejecución ya que requieren una corrección de la postura global sin permitir compensaciones que podrían estar agravando en lugar de corrigiendo.

A continuación se describen diferentes ejercicios que pueden contribuir a la mejora de la postura aunque se recomienda que inicialmente sean monitorizados por un profesional.

1. Ejercicio de relajación del diafragma

El diafragma es el principal músculo respiratorio, forma dos hemicúpulas ( derecha e izquierda) que separan tórax de abdomen. Es un músculo plano con un tendón central y una porción fibrosa, tiene también unos pilares de inserción en la columna vertebral. Las fibras musculares tienen una inserción en todo el reborde costal que es dónde se accederá al músculo para relajarlo. La relajación de este músculo mejorará la movilidad de la caja torácica y permitirá una mejor corrección postural.


El ejercicio consta de 3 maniobras que se realizan en espiración y en ningún caso tienen que ser dolorosas:

La posición del paciente es tumbado boca-arriba con las piernas dobladas de manera que toda la columna esté relajada y apoyada en el suelo.

A. Masaje:
  • Se colocan ambas manos por debajo de las costillas en el centro del tórax, se realizará el ejercicio con el pulpejo de los dedos.
  • Se va realizando un suave masaje en círculos desde la zona central hacia los lados siguiendo las costillas, hasta que no son accesibles.
  • El masaje se realiza al espirar, al coger aire no se hace nada y al vaciar se va realizando la suave presión circular.
B. Pases sobre la piel:
  • Como anteriormente se colocan ambas manos por debajo de las costillas en el centro del tórax pero ahora se utilizan el 2º y 3º dedo.
  • Desde el centro y hacia los lados se realiza una “línea” paralela a las últimas costillas realizando una suave presión.
  • Se realizan 3 repeticiones en espiración.
C. Pases sobre el abdomen:
  • El 2º y 3º dedo de ambas manos se colocan por debajo de las costillas pero ahora dirigidos hacia el ombligo.
  • Se realizan 3 líneas perpendiculares a las costillas que convergen en el ombligo. La primera línea desde el centro, la siguiente parte de la mitad de las costillas y la tercera parte del extremo de las costillas. Como si se dibujara un “abanico” en el abdomen.
  • Las tres líneas se realizan en espiración.

Después de este ejercicio es interesante sentir el cambio en la respiración y la libertad de la caja torácica. Además para mejorar la percepción de la zona hundida o cóncava es importante visualizar mentalmente la zona y sentir su movilidad y su expansión. Es útil para esto que el paciente coloque una mano sobre la zona y note la movilidad intentando que esta movilidad sea cada vez mayor. Una buena forma de visualizar la zona es imaginarse que hay un globo dentro del tórax y que se va inflando respiración tras respiración, si además con la mano se nota el aumento de movilidad es un ejercicio muy útil y agradable.

2. Ejercicio de auto-movilización costal.

  • El paciente sigue en la misma posición tumbado con las piernas dobladas.
  • Se trata de abrazar los omóplatos e ir realizando un balanceo hacia un lado y otro notando cómo se mueven las costillas.
  • Se van bajando las manos desde los omóplatos y se sigue con este balanceo.

El movimiento es lento y relajado siendo consciente del movimiento costal en cada zona de manera que se insiste en las zonas en las que el movimiento es más dificultoso. En este ejercicio no se tiene en cuenta la respiración pero como anteriormente es recomendable sentir el cambio tras el ejercicio.

3. Ejercicio de auto-estiramiento.

Este ejercicio se basa en la capacidad que tiene el tronco de llegar a un auto-estiramiento mejorando así las curvas sagitales y el aspecto postural. Es el ejercicio más complicado y se podría realizar en diferentes posiciones: tumbado, sentado y de pie.

Aquí se describirá el ejercicio únicamente en posición boca-arriba ya que en esta posición se tiene como referencia el suelo y esto facilita el ejercicio. Las otras dos posiciones son de muy difícil ejecución si no son guiadas por un profesional.

  • La posición del paciente sigue siendo tumbado con las piernas dobladas y toda la columna apoyada relajadamente en el suelo. Las manos se colocan en la pelvis y los codos apoyados en el suelo sin hacer presión.
  • El paciente se toma unos minutos para sentir la respiración y focalizar su atención en la zona hundida sintiendo su movilidad y aumentándola, “como si se llenara un globo”.
  • Se inicia el auto-estiramiento manteniendo la pelvis fija gracias a una suave contracción de la musculatura abdominal, con la precaución de no aumentar la presión de la zona lumbar al suelo.

La idea de pelvis fija puede aumentarse realizando un ligero apoyo de las manos hacia abajo, hacia los pies. Manteniendo esto de lo que se trata es de, respiración tras respiración, ir alejando la cabeza respecto a la pelvis consiguiendo así el estiramiento.

Se puede aumentar la sensación de estiramiento para mejorar la expansión del tórax llevando los codos axialmente hacia fuera, con lo que se estira también la musculatura de las extremidades superiores y los pectorales.

El ejercicio va progresivamente en aumento, en ningún momento se deja de estirar. De esta forma la musculatura se va adaptando al estiramiento, es más sano y duradero para el músculo.

Como en los ejercicios anteriores utilizamos la respiración. Al coger aire se estabiliza la posición, y al vaciar se estira pero siempre manteniendo lo anterior o aumentando si es posible. Es importante la visualización inicial de la zona hundida y mantener la sensación de expansión en la zona durante todo el ejercicio.

Como se ha comentado anteriormente este ejercicio no es de fácil ejecución así que es recomendable inicialmente la guía de un profesional.

El orden de los ejercicios también tiene su interés ya que el trabajo previo de relajación inicial del diafragma y movilización de la caja torácica facilitan después el tercer ejercicio.

Una vez finalizado el ejercicio la utilización de un espejo para valorar el cambio en la postura ayuda a mejorar  y estabilizar la percepción, tanto de la movilidad en la zona hundida mirándose de frente,  como de la postura mirándose de lado.

Con ayuda por parte del terapeuta, el paciente aprende a hacer tensiones selectivas en zonas del tórax para aumentar la expansión en las zonas hundidas. Esto junto a una autoelongación del tronco aumenta la movilidad de la caja torácica y disminuye el colapso de la zona. La relajación del diafragma y la terapia manual dirigida a mejorar la movilidad de la caja torácica aumentan la efectividad del ejercicio y mejora de la expansión. Son ejercicios activos por parte del paciente y dirigidos por el fisioterapeuta que estimula la corrección con órdenes y correcciones pasivas en el tronco. Además, es interesante la utilización de espejos para valorar la postura y como estímulo respecto a la expansión del tórax.

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