Sería difícil describir un tratamiento psicológico a los pacientes del PECTUS pero teniendo en cuenta lo antes descrito sería lógico pensar en que deben tomarse distintos factores en cuenta:
El niño afectado de PECTUS es un niño que sufre y por su condición infantil, es dependiente. Si admitimos estas dos características del paciente sería recomendable la existencia de espacios donde pudiera ventilar su angustia, donde pudiera hablar libremente de cómo se siente y así mismo, pueda hablar de sus miedos y dificultades. Si tomamos en cuenta que habitualmente su entorno inmediato suele compartir la situación del paciente, sería recomendable la creación de espacios profesionales donde los chicos – al igual que en otras entidades nosológicas – encontraran el apoyo y la serenidad propicia que puedan no encontrar en su medio social, para poner palabras a sus inquietudes agravadas por la soledad y el silencio.
La familia debe ser contemplada desde dos puntos de vista.
La posible – y comprensible – negación que haga la familia del sufrimiento del paciente debería ser atendida. Esta negación puede secuestrar al paciente en su silencio y contribuir a la enajenación que éste sufra. Es difícil para el paciente “hablar” de lo que su entorno no quiere oír. La trasgresión de éste límite nunca explícito contribuye a la culpa que muchos de éstos pacientes pueden vivir. La pregunta de “porqué a mí” busca la causa que da lugar al castigo – cuando la condición genética no se acepta como tal.
A veces pasamos por alto que hay un paciente silente detrás, al lado o alrededor del paciente identificado. Las familias sufren, se desesperan y callan su situación. Sin quererlo, pueden contribuir al silencio alienante del paciente y, por ellos y por el paciente portador del PECTUS, algún medio de apoyo psicológico y medios de encuentro deberían ser fomentados.
Lo habitual es que el paciente de PECTUS acusado sea tratado quirúrgicamente.
En algunos pectus la cirugía puede ser prescindible.
Tanto en un caso como en el otro, el tratamiento médico debería tomar en cuenta el fuerte componente psicológico que conlleva ésta condición nosológica.
Como en todo cuadro patológico, el componente psicológico, la duda, la desconfianza, el desconocimiento y el dolor minan la psique del paciente. El técnico médico puede ver con objetividad la mayor o menor gravedad del cuadro en sí, pero el paciente que lo sufre lo ve desde un color diferente del que tiene experto técnico y si bien es verdad que el cirujano no tiene el entrenamiento necesario para abordar la psicodinamia del paciente y su entorno, sería recomendable que al menos reconociera su existencia y diera licencia para la expresión de la misma.
En resumen, el PECTUS EXCAVATUM conlleva una serie de componentes estéticos, anatómicos y posibles compromisos funcionales que pueden afectar la situación del que lo sufre en mayor o menor intensidad.
Espacios de ventilación de situaciones de ansiedad, dudas y miedos, vergüenza y soledad deben ser instituidos. Es recomendable la asistencia social por profesionales expertos en éste sector. A falta de ellos, la estimulación de participación en medios de encuentros cibernéticos puede ser aconsejable.
La familia inmediata debe ser considerada como agente a tratar en ese rol y también como objeto de consideración terapéutica en sí mismo.